domingo, 19 de junio de 2011

Video Rodrigo Cid, el hincha que emocionó con su imagen que fue del llanto a la euforia con el gol de Cellay.


Rodrigo Cid, el hincha que emocionó con su imagen que fue del llanto a la euforia con el gol de Cellay.

Ya descendimos. Ya está Rodrigo. Ya está”. Y las lágrimas caen.

El baile rojo había terminado hacía siete minutos. Los jugadores del Globo levantaban los brazos tratando de pedirle perdón a su gente por lo hecho en el campo, por ser parte del cuarto descenso. Desde la popular visitante (qué mal se ve...) sólo había manitos que se movían cortitas, rápidas, para decirles a los jugadores que estaba todo mal. El 1-5 era historia, la derrota de Quilmes también, pero... ¿Gimnasia? “Qué importa, ya estamos descendidos. Rodrigo, ya nos fuimos a la B” .

La que grita es una chica, con la radio en la oreja, al lado de Rodrigo, mientras empieza a descender (¡qué verbo ése!). Los jugadores ya no están en el campo y la desconcentración arranca lenta. Rodrigo, 19 años y con la camiseta del Palermo de su ídolo Pastore, se queda en la tribuna. Otros comienzan a bajar las escaleras del infierno, con los fantasmas de la final de 1994.

“Otra vez nos vamos llorando de acá, Rodri”.

Rodrigo Cid, uno de los integrantes de la peña del Sur, transcurría sus últimos momentos antes de convertirse en el fanático de Huracán más famoso (después de Cellay). “Van 48 minutos del segundo tiempo. Va a patear Riquelme, en el área están Palermo y Viatri”, cuenta la radio mientras los descensos de 1986, de 1999 y de 2003 vienen a la memoria. Sentado en la tribuna, el milagro llega. Y también la chance de sentirse por un día en el personaje de Discépolo, en la famosa película El hincha.

Entonces, la novela se empieza a contar en primera persona, con el protagonista, en su casa, más tranquilo charlando con Olé . “Me puse a llorar como loco porque pensé que no había vuelta atrás. Pero sin embargo seguí escuchando la radio, aunque ya no entendía nada. Seguí con la radio y... ¡Justo de Cellay, un ídolo del club! No lo podía creer, por eso lo grité como lo grité. Fue un desahogo tremendo para mí. En mi familia somos enfermos de Huracán, desde mi bisabuelo, que fue el que empezó con el fanatismo, hasta hoy en día”.

La gente que se había ido, que había festejado el gol de Boca en la escalera, regresa. Se une a Rodrigo, quien nunca se fue. Y lo que parecía el cuarto descenso, de repente se transformó en milagro. El tiempo se detiene un ratito para Huracán. Casi tanto como el corazón de ese cincuentón que debió ser atendido en el playón.

“La gente se agarraba el pecho, Rodrigo. Si hasta hubo algunos que terminaron desmayándose. Pero Huracán es así, siempre sufriendo hasta el final. Ahora vamos por el Lobo”.

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