Los números de camiseta comenzaron a utilizarse en la Argentina a partir de 1949. Para ser más precisos, desde el 26 de junio, fecha de la que hoy se cumplen 62 años.
La AFA había contratado árbitros ingleses y como no conocían a los jugadores necesitaban una referencia para poder anotar una amonestación verbal o una expulsión en sus libretas.
Por eso exigieron la nueva modalidad. La numeración, que se utilizaba en Inglaterra desde la década del 20, les permitía a los árbitros no equivocarse a la hora de pasar el informe.
El combinado sur de la Asociación Argentina había utilizado números en sus camisetas, excepcionalmente, 26 años atrás, cuando llegó de gira el equipo escocés Third Lanark. La camiseta con la 10 en el pecho, la llevó Manuel Seoane.
El número que se convirtió con el tiempo en un símbolo inequívoco de talento, creatividad, imaginación e improvisación.
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No fue casualidad lo que sucedió en 1923 y lo que sucedería después de 1949. Había que ser genio para llevar la 10. Su nombre posicional fue mutando desde insider izquierdo, entreala, volante izquierdo, armador, volante de creativo, enganche o media punta. Es, en realidad, un lugar para unos pocos elegidos.
Manuel Seoane, La Chancha, extraordinario jugador de Independiente y máximo goleador en el amateurismo, fue el referente de esos años en el fútbol argentino. Disputó los torneos de 1924 y 1925 (como jugador de El Porvenir y en los títulos de 1927 y 1929 ya había regresado a Independiente).
Pudo jugar los dos primeros torneos porque había sido sancionado por la Asociación Argentina, donde estaba Independiente, por un año. Se fue a El Porvenir, a la Asociación Amateurs. Primero estuvo de gira con Boca por Europa, después fue campeón y goleador del torneo de 1925, con 6 tantos.
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Era habilidoso, pícaro, estratega y, como la mayoría de los de ese puesto hasta la década del 60, tenía una capacidad goleadora notable. Completó 11 partidos y anotó 8 goles. En el Sudamericano de 1929, en el debut ante Bolivia, hizo dos, se lesionó y fue su último encuentro en la competición.
Como suplente estaba Roberto Cherro, Cabecita de Oro, otro tremendo jugador, que fue máximo goleador en la historia de Boca hasta la aparición de Martin Palermo. Cherro ya había jugado en 1926 y posteriormente fue campeón en 1937 (totalizó 10 partidos y 4 goles). Seoane, además, fue el entrenador en 1937. Previo a estos dos jugadores, en 1921 fue Raúl Echeverría, de Estudiantes, el insider izquierdo del equipo campeón.
En los Sudamericanos de la década del 30 aparecen jugadores que también son pura historia. En 1935 fueron a Perú Vicente Zito, la Bordadora de Racing, y Diego García, notable jugador de San Lorenzo. Y en 1937, Cherro alternó el puesto con el Conejo Alejandro Scopelli, quien ya jugaba en Racing, pero había integrado la notable delantera de Estudiantes en 1931.
El campeón de 1941 fue conducido magistralmente por Antonio Sastre. El Cuila está considerado el primer jugador polifuncional de la historia del fútbol argentino.
Jugó tres Sudamericanos en posiciones diferentes: en 1935 de insider derecho, en 1937 de half derecho y en 1941 en su puesto original, en el que deleitó a los hinchas de Independiente formando un tercero central ofensivo inolvidable con Vicente de la Mata y Arsenio Erico.
Se fue a jugar al San Pablo de Brasil y se convirtió en un verdadero ídolo, tanto que en el estadio Morumbí hay una estatua que lo recuerda.
Era tal la cantidad y la calidad de los jugadores en la década del 40, que cuando había superposición de puestos, y para no dejar a nadie afuera, Stábile los cambiaba de ala. José Manuel Moreno brilló en La Máquina como insider derecho a partir de la aparición de Angel Labruna. Y en el Sudamericano de 1941 en Chile debutó por izquierda ante Perú, pero después trocó puesto con Sastre.
Después, en 1942, jugó en el ala izquierda mientras que Adolfo Pedernera lo hacía por derecha (todavía Carlos Peucelle, el ideólogo de La Máquina, no lo había ubicado como centrodelantero). Y en 1947, completó el tercero ofensivo central con dos notables: Norberto Tucho Méndez y Di Stéfano.
Por esos tiempos también brillaban Rinaldo Martino en San Lorenzo (Farro-Pontoni-Martino) y Angel Labruna en River (Moreno-Pedernera-Labruna). Martino tuvo su momento de gloria en el Sudamericano de 1945, en Chile, y Labruna en el de 1946 que se disputó en Buenos Aires. De todos ellos, Angel Labruna fue el único que se mantuvo hasta la década del 50.
Fue convocado para el Sudamericano de 1955 (resultó el mejor del equipo campeón) y de 1956. En el 2-0 ante Chile anotó sus últimos dos goles. Tenía 37 años. Todo un record: es el jugador más veterano en marcar un gol en la competición para Argentina.
Los números reflejan el aporte de estos crack a la Selección en los torneos sudamericanos: Sastre (13 partidos, 1 gol), Moreno (16 partidos, 12 goles), Martino (7 partidos, 4 goles) y Labruna (14 partidos, 10 goles).
Cuando todavía no se había apagado la figura de Labruna, apareció en Independiente otro crack de excepción: Ernesto Grillo. Integrante del inolvidable quinteto ofensivo de Independiente que Stábile convocó íntegro para enfrente a los ingleses en 1953: Micheli, Cecconato, Lacasia, Grillo y Cruz.
Grillo alternó con Labruna en los Sudamericanos de 1955 y 1956, incluso tuvo que jugar como centrodelantero, porque también estaba en el equipo Enrique Omar Sívori.
En 1957 empezó como titular José Sanfilippo, pero enseguida tuvo que dejarle el puesto al extraordinario juvenil de River.
Maschio, Angelillo y Sívori le aportaron juventud, rebeldía y talento a un equipo armónico, equilibrado. Entre los tres hicieron 20 de los 25 goles de Argentina en el torneo.
Entre las dos Copa América, Sívori anotó 4 goles en 9 partidos. Sanfilippo, primer jugador en consagrarse goleador en cuatro torneos consecutivos y quinto goleador histórico del futbol argentino, tuvo su revancha en 1959, en Guayaquil, donde se coronó goleador con 5 tantos, aunque Argentina no fu campeón.
En Bolivia, en 1963, la 10 fue para Raúl Savoy, y en 1967 alternaron tres jugadores de diferentes características: Alfredo Rojas, Héctor Veira y Juan Carlos Sarnari.
La década del 70 está asociada a la abundancia de números 10 talentosos, creativos, impredecibles. En el repaso aparecen nombres como del Norberto Alonso, Ricardo Bochini, Mario Zanabria, Carlos Babington, Carlos Ischia, Mario Kempes, José Daniel Valencia, Alejandro Sabella, Carlos López y, por supuesto, Diego Armando Maradona. Algunos, como Alonso, Ischia y Babington nunca jugaron en la Copa América. Los otros, no fueron campeones.
No hubo un 10 emblemático en las copas jugadas entre 1975 y 1989. Ni siquiera pudo brillar Maradona. Ni en 1979, ni en 1987 y mucho menos en 1989. Menotti los alternaba o los ponía juntos a Zanabria, Valencia y Kempes en 1975, y a Carlos López, Bochini y Maradona en 1979.
Bilardo priorizó a Alejandro Sabella y Alberto Márcico en 1983, y acompañó a Maradona con Carlos Tapia en 1987 y con Jorge Burruchaga en 1989. Fueron 12 los partidos de Maradona que jugó y cuatro sus goles. El primero se lo hizo a Bolivia el 8 de agosto de 1979. Tenía 18 años y 10 meses. Al menos estableció un récord: es el argentino más joven en marcar un gol en la historia de la Copa. Ese día, curiosamente, vistió la camiseta número 6.
Diego Latorre, Leonardo Rodríguez y Néstor Gorosito fueron los últimos campeones. En 1991 Alfio Basile le dio la titularidad a Gambetita Latorre, quien por estas épocas brilla como comentarista deportivo. Anduvo bien en el debut ante Venezuela, pero no rindió ante Chile. Entonces, el Coco lo reemplazó Leo Rodríguez, por entonces jugador de San Lorenzo.
Leo le cambio la cara al equipo y Argentina ganó 1-0 un partido muy difícil. Desde ese momento, Leo se mantuvo entre los once principales y fue brillante conductor del equipo campeón. En Ecuador, en 1993, Basile confió una vez más en Leo Rodríguez, pero fue Néstor Gorosito quien terminó como titular en los partidos decisivos del torneo.
En los últimos años el talento continuó siendo una referencia en el puesto. Marcelo Gallardo (1995 y 1997, con Passarella), Juan Román Riquelme y Pablo Aimar (1999, con Bielsa, y 2007 con Basile) y Andrés D`Alessandro (2004, con Bielsa). En 2011 están Lionel Messi, Javier Pastore y Angel Di María. Las posiciones ya no son tan fijas. Los tiempos cambian. El talento permanece. (Télam, especial, por Oscar Barnade).
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