Extraño caso el de Atlanta: es un equipo irregular, ciclotímico. Lo ha demostrado a lo largo del campeonato; también lo evidenció ayer en la victoria 2-0 ante Guillermo Brown de Puerto Madryn. ¿Por qué? Porque cuando fue infinitamente superior a su rival, no pudo marcar diferencias. Y porque cuando era menos, pegó dos veces y se quedó con una de esas victorias que valen doble, ya que la visita es un rival directo en la lucha de abajo.
En la primera mitad Atlanta fue mucho más. El conjunto de Jorge Ghiso se plantó bien adelante en el campo y manejó el balón, principalmente a través de la lucidez de Juan Galeano. Hubo movilidad, tenencia, precisión y juego asociado. Faltó profundidad, peso ofensivo. Entonces, la superioridad no se plasmó en claras situaciones de gol. Así y todo, Walter García se tuvo que revolcar dos veces y sacar la pelota a centímetros del arco, ante disparos de Ferragut y Soriano, respectivamente. Segundos después, el volante zurdo hizo levantar a la gente de los asientos cuando, luego de una buena pared con Galeano, estrelló su remate en el poste. ¿La visita? Especuló y dejó en soledad a los delanteros, que tuvieron poca conexión e intentaron siempre la individual. Muy tibio.
En el complemento, el conjunto local entró un tanto relajado, y la visita tuvo sus mejores momentos. Pero cuando Guillermo Brown era mejor, Atlanta metió el primero. Juan Galeano recibió al borde del área y con un potente remate de derecha venció a Pereyra. Luego, todo volvió a lo del primer tiempo: Atlanta protagonista, Guillermo Brown sin respuestas. Más, cuando minutos después del primer gol, Leandro Guzmán recuperó en la mitad del campo y habilitó a Matías Castro, quien definió ante la salida de Pereyra.
La victoria de ayer trajo dos grandes alegrías para los hinchas bohemios: 1) Salieron de la zona de descenso directo ; 2) Los goles los marcaron jugadores de las inferiores. Todo redondo.
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