Un gol agónico del Liverpool uruguayo renovó su esperanza en la lucha por una plaza en los cuartos de final de la Copa Sudamericana y templó las angustia de un Independiente que pudo ganar con amplitud en casa pero debió conformarse con un triunfo por 2-1 que deja abierta la eliminatoria.
El colombiano Fabián Vargas anotó el primer gol del encuentro a los seis minutos, cuando remató desde afuera del área y la trayectoria del balón fue desviada por un defensor uruguayo y volvió inútil el esfuerzo del guardameta Matías Castro.
A los 48 minutos, luego de una clara mano no cobrada al delantero Lucas Villafañez, su compañero Paulo Rosales impactó el balón en el palo izquierdo del área chica, tras un centro cruzado desde la derecha que sobró a toda la defensa de Liverpool.
Cuando el partido parecía caso juzgado con la cómoda ventaja de 2-0 a favor de los de Avellaneda, apareció una contra del Liverpool bien manejada desde la mitad de la cancha.
El delantero Carlos Núñez, que picó por la izquierda, escapó a su custodio y remató cruzado dentro del área grande al segundo palo para estampar el 1-2 definitivo.
Un resultado que deja más feliz al equipo uruguayo por el valor agregado que tienen los goles marcados en cancha ajena y la posibilidad de resolver en cada una desventaja estrecha.
El partido de vuelta se disputará el 25 de octubre, en Montevideo, para definir a ver quién avanza de rueda.
Con esta victoria de sabor agridulce, Independiente cortó una racha de 17 partidos y 150 días sin poder ganar, un síntoma positivo en el lento proceso de recuperación del equipo que se ha encomendado a Américo Gallego.
Independiente manejó el partido y fue el que más ocasiones de gol creó, pero en el primer tiempo sufrió algunos contragolpes del Liverpool que complicaron a su defensa, que fue lo más flojo que mostró el equipo de Avellaneda.
El jugador uruguayo que creó más peligro fue el delantero Carlos Núñez, que se movió por todo el frente de ataque y fue muy incisivo.
Pese a la derrota, Liverpool pareció satisfecho pues, a pesar de la presión mantuvo el dibujo táctico y permaneció atento a las fisuras que exhibía la defensa del equipo argentino.
Este encuentro de ida de los octavos de final de la Copa Sudamericana se disputó en el Estadio Libertadores de América, de Avellaneda, ante 15.000 espectadores.
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