El entrenador Ricardo Caruso Lombardi parece llevar a su Quilmes hacia otro San Patricio, una celebración en la que abunda la cerveza, porque este viernes el equipo blanco le ganó a Banfield 4-3 sobre la hora un partido de palo y palo, vibrante por demás.
En el Estadio Florencio Sola, Quilmes había estado dos veces en ventaja, por las conquistas de Bernardo Romeo y Miguel Caneo, el Chino de penal, pero Banfield pasó a ponerse 3-2 por los aciertos de Marcelo Quinteros y los canteranos Facundo Ferreyra y Alejandro Barbaro.
Ya en tramo final del cotejo, Pablo Vázquez colocó el 3-3 y a seis minutos del epílogo el uruguayo Martín Cauteruccio estableció el 4-3 cargado de dramatismo.
Pero además se trata de un triunfo revitalizador para Quilmes, porque fue el tercero consecutivo y se logra con la conducción de un Caruso Lombardi que llegó de urgencia y como un bombero para intentar el milagro de sacar al conjunto sureño de un descenso que parecía irreversible.
Es más, el Cervecero áfrontó los últimos minutos con diez jugadores por la expulsión del zaguero y capitán Danilo Gerlo.
A pesar de los tres puntos obtenidos, Quilmes sigue de momento en zona de descenso directo, pero ahora está en plena lucha por la superación y salvación, al menos para tener la chance de defender la permanencia en la categoría en una Promoción ante un participante emergente de la B Nacional.
En cuanto a Banfield, este revés lo privó de alcanzar a Vélez Sarsfield en la cima del torneo Clausura. De todos modos, los Fortineros por este duodécimo capítulo este sábado todavía deben afrontar su compromiso como visitantes del exigente Estudiantes de La Plata.
El primer tiempo fue parejo y cerrado, como sería en realidad la totalidad del desarrollo a lo largo de los 90 minutos.
En el período inicial Banfield tuvo más la pelota, pero igual se jugó mucho en la mitad de la cancha. El Taladro intentó ser profundo por las bandas, pero lo logró en contadas ocasiones, mientras Quilmes presionaba tratando de forzar un error que le permitiera salir rápido de contraataque.
Fueron muy pocas las situaciones de gol que dejó esa primera parte y el parcial se definió más en los detalles que en la imposición de un planteo sobre el otro.
A los 23 hubo un córner para Quilmes desde la izquierda ejecutado por Diego Torres y Gerlo bajó la pelota para Fabricio Fontanini, quien fusiló a Enrique Bologna, pero el arquero consiguió dar un rebote que recogió Romeo para marcar el 1-0.
Banfield igualó en forma inmediata porque Barbaro mandó un centro desde la izquierda y Quinteros, tras ganarle la espalda a Enzo Kaliski, definió de primera.
A los 30, hubo otro ataque aislado de Quilmes que Víctor López transformó en una escena de peligro al llegar a destiempo y derribar a Torres en el área. De esa imprudencia del defensor albiverde surgió el penal que capitalizó Caneo para establecer el 2-1.
La segunda etapa fue por demás emotiva, especialmente por los goles, que cambiaron los festejos de lado.
Dio la impresión de que Banfield iba a prevalecer cuando entre Ferreyra y Barbado pusieron a los de Sebastián Méndez arriba en el tanteador.
Pero Caruso distó de darse por vencido, siguió en combate, mandó a Vázquez a la cancha y el artillero de nuevo le dio la razón. Ese 3-3 ya era un buen premio para los sufridos visitantes, pero Cauteruccio colocó luego un 4-3 como para poner en marcha una fiesta cervecera.
La cuestión es que por corazón y oportunismo Quilmes venció y todavía sueña con quedarse en Primera.
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