Un gol en contra, el de Jonathan Ferrari a los cuatro minutos del primer tiempo, y la capacidad para sostener el resultado favorable durante 90 minutos, le bastaron a Tigre para derrotar, casi sin sufrir, por 1 a 0 a un San Lorenzo que fecha tras fecha se hunde cada vez más.
Los tres puntos le sirvieron al equipo dirigido por Rodolfo Arruabarrena para conseguir una alegría momentánea, ya que si bien alcanzó a River Plate en la tabla de los promedios, si el lunes Olimpo de Bahía Blanca derrota a Lanús, los arrastrará a ambos en la Zona de Promoción.
Sin problemas con el descenso, San Lorenzo vive otro tipo de problemas. El conjunto dirigido por Ramón Díaz no gana desde hace cinco fechas, algo que podría provocar una crisis en la institución de Boedo.
De no ser por el gol en contra de Ferrari (a los 4 minutos, tras llevarse por delante un centro enviado desde la derecha por Diego Morales, que el árbitro Néstor Pitana convalido a instancias del asistente Yamil Bonfá, ante el rechazo de Cristian Tula centímetros después de la línea), los primeros cuarenta y cinco minutos pudieron ser ignorados.
Ni Tigre ni San Lorenzo jugaron bien y, además, ninguno de los dos tuvo un jugador más o menos pensante, los cuales ni siquiera pudieron ser reemplazados por el juego en conjunto. Por eso no extrañó que la pelota fuera de un lado para otro sin sentido.
Todo este conjunto de cosas perjudicó más a San Lorenzo porque, al igual que el último miércoles ante Vélez Sarsfield, cuando le convierten un gol, los dirigidos por Ramón Díaz no tienen la más mínima idea de cómo crearle peligro al rival, y eso, indirectamente, favoreció a un Tigre sin luces (sólo Román Martínez tuvo idea de cómo meter un pase preciso), pero sumamente práctico.
Con el ingreso de Leandro Romagnoli, el Pelado Díaz pretendió dotar a su equipo de un jugador capaz de avanzar con la pelota y habilitar con alguna continuidad a sus compañeros, y ese objetivo se cumplió con cierto éxito durante los primeros diez minutos del complemento.
Después el partido volvió a los carriles normales. Si bien fue cierto que San Lorenzo tuvo la iniciativa, su falta de claridad en los metros finales de la cancha fue alarmante.
Como aproximaciones más o menos serias se podrá mencionar un zurdazo de Fabricio Pedroso, a los 31 minutos, y un cabezazo de Guillermo Pereyra, a los 33.
Ahí se terminó San Lorenzo, al cual tampoco lo ayudó la tranquilidad y seguridad que mostró un Tigre que en el segundo tiempo esperó el partido en su mitad de campo, y contraatacó aisladamente.
Tigre no hizo mucho, pero aprovechó un regalo y supo cómo conservarlo; San Lorenzo, como en las últimas fechas, no jugó a nada y así le fue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario