domingo, 13 de noviembre de 2011

Video San Lorenzo 0 - All Boys 1

No hay caso. No puede San Lorenzo. Por errores propios, por tensiones, por falta de juego, por los escasos puntos heredados... Le volvió a pasar: perdió un partido clave -ante el bravo All Boys- y se cayó a la zona de Promoción. Por todo eso, no hubo casualidad en la despedida: hubo broncas y dolores guardados (tal vez, para evitar que un nuevo caos tomara forma).

No debe ser sencillo ni tranquilizador para los futbolistas de San Lorenzo jugar ante ese microclima que se genera alrededor. Ansiedad y nervios primero; hostilidad y quejas frente a la adversidad. El escenario es el más incómodo para la circunstancia infrecuente -en términos históricos- de tener que pelear por la permanencia. Ya es más que una impresión; se parece mucho a una certeza: el San Lorenzo de estos días parece empecinado en autodestruirse .

Volvió a suceder, esta vez en el Nuevo Gasómetro y frente a un rival de los directos en la zona traumática de los promedios. El primer cuarto de hora mostró a un San Lorenzo intenso, dominador ante un All Boys manso en apariencia y dubitativo para defender. En ese lapso breve, el equipo de Omar Asad acorraló a su visitante, lo obligó a jugar cerca de su arquero Nicolás Cambiasso. Estuvo ahí, pegó un tiro en el palo (cabezazo de Cristian Tula), otro en el travesaño (remate potente de Emmanuel Gigliotti), mereció gritar su desahogo .

Pero el gol no llegó. Y las tensiones aumentaron. Adentro, con la expulsión de Gigliotti como testimonio de una irresponsabilidad . A los tres minutos, le pegó un codazo a Facundo Quiroga; a los 31, le dio una patada a Cristian Vella. En los dos casos era para tarjeta roja. Fueron dos amarillas. Así, obligó a su equipo a quedarse con diez.

Entonces, de a poco, ese All Boys pensado para esperar se encontró con dos chances: la de emparejar el desarrollo y la de darle un golpe duro a su rival. Pasaron las dos cosas. Dividió el dominio de la pelota, se animó, fue y encontró. A los 38 minutos, un tiro libre desde la derecha -ejecutado por Juan Pablo Rodríguez- se desvió en Jonathan Bottinelli y se le coló a Pablo Migliore. Tal vez sea azar o no tanto: los dos protagonistas azulgranas del gol ajeno fueron los mismos que participaron como caras visibles de las dificultades internas del plantel en días recientes.

Ya en el segundo tiempo, no hubo un San Lorenzo que desmintiera su presente de tropiezos y preocupaciones. All Boys -más consolidado- le quitó protagonismo, aprovechó espacios y lo tuvo en la cornisa del nocaut. Primero, con un zurdazo de Juan Pablo Rodríguez que pegó en el palo derecho de Migliore; luego, con un cabezazo de Eduardo Domínguez -justo un ex Huracán, que en la semana había mandado mensajes para San Lorenzo vía Twitter- que se fue apenas desviado. Y al final, con una contra de Mauro Matos y un cabezazo de Juan Carlos Ferreyra que chocaron contra los palos.

Para colmo, San Lorenzo tampoco tiene suerte. O contundencia. O precisión para definir. O calma. Lo que generó en la segunda mitad, lo dilapidó. En la más clara, a los 32, Enzo Kalinski la mandó a la tribuna. En las demás, Cambiasso jugó a ser superhéroe y le salió bien. Es así este San Lorenzo proclive a complicarse la vida. Y a vivir penando. Le queda una pregunta para responder: ¿se convencerá de que así no se puede seguir?


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