Lionel Messi se plantó frente al técnico Alejandro Sabella y le marcó el terreno. No sólo una vez, en caliente, después del conflictivo debut de Argentina ante Bosnia, sino cada vez que tuvo un micrófono adelante. Algo cambió en su relación.
Messi está frente a una oportunidad única para cumplir su sueño de ganar un Mundial y no quiere que ninguna prueba conservadora de Sabella la ponga en riesgo. Si la selección argentina tiene que luchar, que sea con lo mejor que tiene, los "cuatro fantásticos” (Messi, Gonzalo Higuaín, Sergio Agüero y Ángel Di María), le advirtió el capitán.
No hay parches que sirvan a la defensa si para eso se resigna la poderosa ofensiva albiceleste. "Jugamos como estamos acostumbrados y como nos gusta”, le señaló.
Lejos de aquella Pulga de mirada esquiva y escuetas palabras, Messi se muestra en Brasil 2014 con una madurez y un poder que va más allá del campo de juego. "Pasaron muchos años, uno va creciendo, va madurando tanto afuera como dentro de la cancha. Me encuentro en un grupo en el que tengo muchos amigos, me llevo muy bien y eso hace que esté relajado tanto dentro como fuera de la cancha”, aseguró la estrella de la selección argentina y el Barcelona. Sabella lo sabe y desde su llegada a la dirección técnica de Argentina en 2011, guió su trabajo en torno de "un plan de juego para que Messi se sienta cómodo”, tras los dolorosos fracasos en Sudáfrica 2010 y la Copa América de Argentina 2011.
Le dio la capitanía y ensayó hasta que aquel 15 de noviembre de 2011, en Barranquilla ante Colombia por las eliminatorias sudamericanas, nació el 4-3-3 con el tridente Messi, Higuaín y Agüero. Sin embargo, no se ató a un solo sistema y a lo largo de los dos años previos a Brasil 2014 el entrenador usó varios esquemas, desde el ahora fatídico 5-3-2 hasta un 4-4-2.
"Creo que hay que crear un clima propicio para que él se sienta feliz. Además esto es un equipo, es un juego de conjunto y tenemos que tratar de lograr ser el mejor equipo posible para poder respaldarlo a él o darle la plataforma de lanzamiento para que desarrolle el fútbol en su máxima plenitud”, señaló el técnico en una reciente entrevista con DPA. El delantero respondió con un gran nivel de juego, goles y frases amables.
Pero la relación entre Sabella y Messi pareció comenzar a resquebrajarse con la eliminación de Ever Banega de la lista de 23 jugadores que viajaron al Mundial. El jugador de Newell's integraba la mesa chica del delantero, pero no estaba en su mejor nivel, según evaluó el técnico. Esa vez, y a días de tomar el avión rumbo a Belo Horizonte, una decisión deportiva pesó más que la voz de la Pulga.
La influencia de Messi en sus equipos ya tiene antecedentes en el Barcelona. Guillem Balagué, en su libro Pep Guardiola, otra manera de ganar le dedica un capítulo a "Messi, el devorador de delanteros”, donde cuenta cómo el técnico fue prescindiendo de atacantes como Eto'o o Ibrahimovic para que el argentino rindiera mejor. Esto podría explicar, quizás, la ausencia de Carlos Tévez en Brasil.
En su otro libro Messi, el expresidente del Barca Joan Laporta le confirma que a partir de un determinado momento, en el Barcelona ya nadie hizo nada más sin la aprobación de Leo.
Desde pequeño, Messi lo único que quiere es jugar al fútbol. Y si es como a él le gusta, mejor. Con casi 19 años debutó en una Copa del Mundo en Alemania 2006 e hizo su primer gol a los pocos minutos de entrar en lugar de Maxi Rodríguez ante Serbia y Montenegro. Pero el entonces técnico José Pekerman aún no lo consideraba un titular indiscutible y el gesto de Messi tras la eliminación ante Alemania en cuartos de final, impotente tras mirar todo el partido en el banquillo, lo dijo todo.
Con Alfio Basile, los conflictos con la selección pasaron por otro lado y en Sudáfrica 2010, la conjunción de los dos astros, Diego Maradona y Messi, no dio resultado. Maradona trató de volcarle toda su experiencia, lo nombró su heredero y le dio la camiseta "10”, pero sus errores tácticos no permitieron que el delantero del Barcelona pudiera desplegar su mejor fútbol. Messi sufrió y todo fue decepción. Sergio Batista intentó remedar los errores de su antecesor pero la temprana salida de Argentina de la Copa América jugada en casa dolió aún más.
La estrella argentina ya no quiere padecer más errores ajenos. En Brasil 2014 se rebeló y pateó el tablero ya en el debut, a tiempo para reaccionar de cara al resto del Mundial. Los próximos dos rivales en el grupo F, Irán y Nigeria, no deberían representar un problema para Argentina. "Estos dos partidos nos van a servir para acercarnos al juego que pretendemos, deseamos todos y venimos haciendo desde hace mucho tiempo. Nos van a venir bien”, remarcó Messi. El verdadero desafío para la selección argentina, y que pondrá aún más a prueba su relación con Sabella, llegará en la fase decisiva.
El capitán le dio luz verde a eventuales cambios tácticos: "Tenemos varios sistemas, y en un partido podemos ir pasando de uno a otro”. "Lo importante es que sepamos cómo se juega con todos los sistemas y tengamos conocimiento”, le avisó.
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