martes, 17 de junio de 2014

Copacabana es brasileña, pero parece argentina



En la legendaria playa de Copacabana, los hinchas de Argentina desembarcan en masa. Allí duermen, comen, “matan” las horas antes de los partidos y celebran su victoria 2-1 ante Bosnia entre acaloradas conversaciones, asados en las veredas e inventando cómo financiar sus siguientes viajes.

En la larga y costera avenida Atlántica, una treintena de caravanas desaliñadas y varios carros con matrícula de Argentina han invadido la zona. En los alrededores, sus propietarios pasean luciendo las camisetas de la selección albiceleste como también de diversos clubes de su país.

En grupos, varios hinchas argentinos han recorrido un largo periplo para llegar hasta aquí. Éste es el caso de Christian Román, de 36 años, llegado desde Buenos Aires con el taxi amarillo y negro de su padre, Rubén, de 62 años. “Llegamos el sábado con otros compatriotas que conocimos por Facebook. Nos ha costado tres días llegar y pasamos las noches durmiendo en la playa, en tiendas de campaña”, cuenta a la AFP cerca del famoso Copacabana Palace, donde una habitación cuesta más de 1.300 dólares por noche durante el Mundial. Christian y sus amigos se sienten en Río como en casa. En la tarde carioca hasta han improvisado una parrilla sobre el asfalto, entre dos autos, con carne traída desde Argentina.

“La carne aquí no es buena, no la cortan bien, por eso trajimos nuestras propias porciones y las morcillas”, sonríe en medio de un grupo ya bien entonado a base de varios Fernet-Branca con Coca-Cola, uno de los cócteles con alcohol más populares que sirven en su país.

A su alrededor destacan las numerosas banderas azul cielo y blancas marcadas con el nombre de diferentes ciudades argentinas; por ejemplo están Salta, Tucumán, Mendoza, Colón, además de Buenos Aires...

En este ambiente, resulta casi sorprendente toparse con los habituales quioscos llenos de accesorios y banderines verdeamarelos y con los vendedores de agua de coco, los famosos y enormes cocos verdes agujereados que los turistas degustan con la ayuda de una pajita.

El ambiente es tranquilo y Christian celebra “la acogida formidable de parte de los brasileños” en este tiempo de estadía en las playas de Río. “Bromeamos y nos reímos juntos. Son muy amables. En el camino tuvimos un problema con el auto y el mecánico no nos hizo pagar la reparación de una falla en el carro”, cuenta.

Los datos

Miles

No hay una cifra exacta, pero son miles los ciudadanos argentinos que llegaron a Brasil para apoyar a la selección de su país.

Locales

El domingo pintaron de celeste y blanco el estadio Maracaná, el mayor emblema futbolístico de los brasileños.

Fiesta

Quienes no pudieron ingresar para el partido contra Bosnia se quedaron en las afueras y desde allí alentaron al equipo, fue una fiesta futbolera.

Viaje

Los aficionados se alistan ahora para viajar a Belo Horizonte, donde el sábado su equipo se enfrentará a Irán por la segunda jornada del Grupo F.

Futboleros

En el medio de la avenida, una bandera con la efigie de Diego Armando Maradona fijada a un auto provoca a los brasileños, rivales históricos de Argentina en el fútbol. “Es bonito, decorativo”, comenta tranquilamente en su silla de ruedas Antonio Bordallo, un diseñador carioca.

Bromas

El aficionado brasileño señala: “La única ventaja que veo en la presencia de argentinos aquí es que voy a poder ver sus caras cuando pierdan”, bromea. “Esta invasión de argentinos no me molesta, siempre que no monten un escándalo”. Los hinchas argentinos han entonado cánticos que mucha gente ya los conoce, ellos se sienten locales en Brasil.

Buen clima

En la playa, el ambiente es más distendido. La gente se dora al sol e hinchas de todo el mundo se mezclan alrededor de cervezas y caipirinhas. Con los pies en el agua, una decena de aficionados se toma un respiro y posa para una foto con las banderas griega, estadounidense y argentina.

Solo bebidas

El brasileño Antonio Batista, por su parte, está desesperado. Este vendedor de galletitas, cacahuetes y bombones de 64 años trata desde la mañana en procura de aumentar sus ingresos y cuadrar sus cuentas. “No vendo nada, los hinchas solo compran caipirinhas”, suspira el hombre de piel cobriza.

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