martes, 26 de junio de 2018

Del abrazo del alma, al abrazo con el alma

Nadie quiere irse de la cancha, ni los hinchas, ni los jugadores. Es más, cuando algunos ya se habían entrado, tuvieron que volver, levantaron las manos en el centro de la cancha y agradecieron por el apoyo. Lágrimas, camisetas que se revolean, torsos desnudos y un “vení, vení, canta conmigo” que baja como un himno, entonado con una euforia que conmueve. En medio de esa celebración está Lionel Messi, que se funde en un largo abrazo con Marco Rojo, el otro héroe, el que salvó las papas a los 86'.

Rojo lo alza, se unen Agüero, Di María y el arquero Armani, mientras Sampaoli no se detiene. Da la impresión de que Messi no quiere soltar a Rojo y que Rojo no quiere soltar a Messi. Es un ‘abrazo con el alma’, que saca toneladas de presión, que cambia titulares y que permite un respiro, un alivio, al menos por unos días. Es que llegar a octavos costó bastante luego de que el fracaso rondó, no solo a la poderosa Argentina, sino también a Messi, al que millones de personas consideran como el mejor jugador que tiene el mundo hoy por hoy.

De pronto las dos gigantes pantallas apostadas a los costados de las tribunas anuncian que el ‘Man of the match’ es Messi, aunque a él ni le interesa, quiere seguir festejando con Rojo cerca, mientras desde las tribunas baja el “esta hinchada loca, deja todo por la Copa, la que tiene a Meeeesi y Maradona”. Hay banderas con su rostro que están desplegadas y se lee “vine a bancarte hasta Rusia”, como presagiando lo que iba a pasar, aunque esta vez él no se siente héroe. ¡Bah! Si fue Rojo el héroe.

El partido ya no importaba, el golazo que marcó tras el gran pase de Banega era solo un aporte, porque al inicio del complemento vino el empate de Moses tras el penal de Mascherano a Baloguin. Había pasado el estrés y el ambiente era solo de euforia. Del grupo solo se apartó para darle la mano a los árbitros haciéndole señas por momentos de lo duro que habían sido con él los nigerianos, por la marca férrea –rodeado hasta por cuatro-, sobre todo de Etebo que cuando tuvo la chance lo terminó barriendo.

La seguridad que viste de chalecos fosforescentes no se mueve, mira hacia la tribuna expectante ante cualquier desmán. Aunque en medio de las caras serias hay quienes se contagian al ritmo de los argentinos. Abajo, sigue el festejo, los abrazos y hasta las lágrimas, no solo de los argentinos sino también de los nigerianos que yacen tristes. Messi pasa por entre ellos y saluda, levanta las manos y aplaude como uno más. Es que costó tanto que verlo sonreír hasta causó extrañeza entre quienes lo rodeaban.


Atrás había quedado la desmedida crítica hacia él –sobre todo a él- y era por eso que le daba todo el crédito a Rojo, al zaguero que hizo un gran partido y que coronó su gran noche convirtiendo el segundo. Sampaoli se mete al túnel y le caen unas rechiflas y cuando él se acerca hacia la tribuna vuelve un aliento que los argentinos le dan solo a los cracks. Rojo lo acompaña y luego ambos ingresan con el resto. El festejo tras el gol y el abrazo eufórico con la victoria asegurada queda en la retina.

No es Víctor Dell Aquila que sin brazos intentó abrazar a Fillol y Tarantini tras la victoria en el Mundial del 78. La foto no le pertenece a Ricardo Alfieri, no se trata del ‘Abrazo del alma’, pero la euforia de Rojo y Messi enmarca un ‘Abrazo con el alma’, ese que solo se le da a un compañero cuando la eliminación y el fracaso ronda, pero aparece un héroe inesperado para llegar a octavos nada menos que de una Copa del Mundo.

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