Pasaron tres décadas exactas de la vuelta olímpica de la Copa Mundial de México 1986 cuando Argentina se consagró como campeona del certamen de la mano de Diego Armando Maradona.
Pero espacio y tiempo son relativos. Los recuerdos asaltan en cualquier momento y las emociones se renuevan cuando la Albiceleste dio la vuelta olímpica en el estadio Azteca en Distrito Federal.
Maradona dijo, al cumplirse 30 años del partido ante Inglaterra en el que anotó “el gol del siglo XX” y el tanto con “la mano de Dios”, que “no se va a volver a repetir” un equipo como el que superó a los ingleses y finalmente ganó el Mundial de México.
“El plantel del 86 lo era todo. El equipo que hicimos, que construimos en el predio del (club) América fue maravilloso. Fue algo que lamentablemente no se va a volver a repetir. Le pediría a Dios que lo repita, pero es muy difícil”, dijo Maradona al diario deportivo Olé en una nota publicada ayer.
“Tener tantos hombres que quieran la pelota, tantos hombres que se la jugaran por una camiseta. No quiero comparar a nadie con nadie. Ante el equipo del 86 hay que sacarse el sombrero por la calidad humana, por todo lo que dio a pesar de las muchas barreras que nos pusieron”.
En el trigésimo aniversario del título se recuerda el partido en que Argentina venció a Inglaterra en los cuartos de final de la Copa del Mundo de 1986 por 2-1 gracias a los goles de Maradona. El astro del fútbol sostuvo que “ese es el Mundial que la gente recuerda y que lleva en el corazón por todo lo que pasó en Malvinas”.
El Pelusa dijo que los jugadores no pensaron en la guerra que tuvieron argentinos e ingleses por las Islas Malvinas en 1982 antes del partido, pero sí luego del triunfo.
Maradona convirtió el primer gol de ese partido con su puño izquierdo y más tarde alegó que el tanto fue anotado por “la mano de Dios”.
La segunda conversión, el “gol del siglo XX”, fue elegido en 2002 en una encuesta de la FIFA como “el mejor gol de la historia de los mundiales”.
Sin embargo, el 10 afirmó que su mejor partido de ese Mundial fue en octavos de final ante Uruguay, y remarcó que en la semifinal ante Bélgica anotó “dos golazos cuando no se podía romper el resultado”.
Un inusual mudo testigo de la historia es el “césped sagrado” del estadio Azteca en 1986. Aquel templo del fútbol de ciudad de México, que entonces tenía cabida para 114.600 espectadores, brindó el escenario principal idóneo para aquel torneo, y se convirtió hace 30 años en el primer coliseo en albergar dos finales del Mundial. La primera de ellas había sido en 1970, cuando Brasil derrotó 4-1 a Italia.
El Azteca fue testigo del triunfo por 3-2 de Argentina sobre la República Federal de Alemania. Aquel resultado certificó la segunda y dolorosa derrota de los hoy tetracampeones del mundo en ese mismo feudo, después de que en 1970 perdieran de forma dramática y en la prórroga la semifinal contra Italia (4-3), un choque que pasó a la historia como “el partido del siglo”. En esa tierra corrió el balón en el episodio imborrable en la historia del fútbol: en los cuartos de final de 1986 donde el Pelusa se consagró como el más grande del mundo.
Uno de los estadios más míticos del mundo, un recinto que festejó su 50 cumpleaños hace escasas semanas, como centro del relato. El Museo del Fútbol Mundial de la FIFA de Zúrich también celebrar la fiesta de México 1986 con prensadas originales de Diego Maradona.
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