jueves, 29 de marzo de 2018

El día en que Messi se puso el traje de capitán

“Sí que habla, eh. Aunque desde afuera parezca callado y tímido, nada que ver”. “Nos sorprendió a todos”, dijo Manuel Lanzini.

Produjo asombro la actitud que tomó Messi el martes, en el entretiempo y al término de la catastrófica goleada de la Argentina en manos de España (6-1). El capitán de la Albiceleste dejó su armadura de “comandante” tibio, se metió en el vestuario y ejerció como líder, algo que le era demandado desde hace tiempo en los medios del país vecino.

Leo estaba observando el partido en el palco del Wanda Metropolitano. Se presentó con ropa de suplente y el logo de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en el pecho. Apenas el árbitro pitó el final del primer tiempo, el crack se dirigió al vestuario de sus compañeros. El diario La Nación, de Argentina, citó los dichos de testigos que confesaron el mensaje que le transmitió Messi a los jugadores, cabizbajos. Según el matutino, el goleador lesionado les dijo que no separaran las líneas, que tocaran la pelota porque a los españoles les molestaba y que no se desconcentraran. No fue un jalón de orejas, sino un momento positivo.

Fueron pocos minutos. No duró mucho tiempo el momento “sagrado”. Después, el equipo regresó a la cancha para jugar el complemento. Lo curioso es que, después de ello, nada cambió para bien. Es más. La goleada se consumó y le dio paso al escándalo histórico. Al parecer, no resultó el mensaje del capitán. Doce minutos antes del pitazo final y el 6-1 concretado, Messi volvió a abandonar el palco y regresó a hablar con sus compañeros. Esta vez, la situación fue distinta. La catástrofe se había consumado. Lo único que restaba era darles ánimo. Por allí se encontraba Fabricio Bustos, con los ojos aguados. “Levanten la cabeza. Esto lo vamos a sacar adelante juntos”, fue el mensaje del crack.

Después se despidió para emprender rumbo a España. Tuvo que retornar a Barcelona en el mismo avión que tomaron aquellos que fueron sus “verdugos”: Gerard Piqué, Jordi Alba y Andrés Iniesta. Lionel estaba desencajado según La Nación.

Esas dos charlas, esos momentos en los que se “plantó” frente a sus compañeros, marcaron el quiebre en la imagen de un capitán “silencioso”.

Lo cierto es que, a estas horas, el que no la pasa nada bien es el DT Jorge Sampaoli. Casi al unísono, los programas deportivo del país vecino critican sus decisiones. También en las redes sociales piden su renuncia.



No hay comentarios:

Publicar un comentario