Vaya paradoja: Emmanuel Balbo murió con una camiseta que decía “Belgrano de mi vida” y, tristemente, el 17 de abril se convirtió en la víctima fatal número 316 que deja la violencia en el fútbol argentino desde 1922.
El fallecimiento del hincha de 22 años como consecuencia del ataque de una horda de violentos en el estadio Mario Alberto Kempes de Córdoba, el 15 de abril, debería traspasar la frontera de las estadísticas para convertirse en el símbolo que acabe por fin con las manifestaciones de salvajismo que aún azotan el deporte.
La cifra de 316 muertos, revelada por la organización argentina Salvemos al Fútbol, muestra que este país es donde más violencia se presenta en América Latina por la deformada rivalidad entre hinchas.
Sin embargo, en casi todos los países de la región historias similares a la de Balbo se han repetido en los últimos 25 años, sin que las autoridades del fútbol, la justicia ni los Gobiernos hayan podido ganarle el partido a la violencia.
Apenas 15 días antes de lo ocurrido a Balbo, el 31 de marzo y también en Argentina, murió el DT de fútbol sala Fernando Pereiras, de 37 años, producto de la paliza que le dio el familiar de un jugador del equipo rival tras una pelea en la cancha que empezó entre dos de los deportistas y que luego involucró a los técnicos.
El 28 de septiembre del 2016, en la ciudad uruguaya de Santa Lucía, simpatizantes se reunieron para festejar el aniversario 125 de Peñarol. Alertados, varios seguidores de Nacional, el otro grande de Uruguay, viajaron hasta allí para convertir el festejo en tragedia: apuñalaron a tres fanáticos del equipo Mirasol y uno de ellos, Hernán Fioritto, de 21 años, falleció un mes después.
Las autoridades del fútbol uruguayo suspendieron la jornada de la liga y 12 fanáticos de Nacional fueron arrestados.
Chile no ha sido ajeno a estos episodios. Este 5 de abril seguidores del Universidad de Chile les lanzaron butacas y se enfrentaron en Sao Paulo con policías brasileños en el partido de la Copa Sudamericana ante el Corinthians.
Pero el hecho que aún está fresco en la memoria de los chilenos es el que ocurrió el 3 de octubre de 2009, día en el que dos personas murieron y más de 200 fueron detenidas después de jugarse el clásico entre Colo Colo y U de Chile.
En Ecuador hay unos 20 hinchas muertos en los estadios de fútbol en la última década, según el registro de la prensa local. El hecho más reciente ocurrió el 6 de febrero cuando el encuentro entre Barcelona y Macará fue suspendido por una gresca entre fanáticos de ambos clubes. Hubo 50 heridos.
En Bolivia rememoran con dolor la muerte de un menor de 14 años por una bengala que le cayó en el rostro, durante el partido de Copa Libertadores de 2013 entre el San José y el Corinthians.
En enero de 2008, una mujer de 35 años murió aplastada por una turba que intentaba entrar por la fuerza al estadio Hernando Siles de La Paz para presenciar el duelo entre Bolívar y The Strongest.
Al menos 200 niños fueron testigos el 28 de junio de 2008 la muerte del técnico colombiano Everth Hinestroza en el estadio Armando Dely Valdés, en la ciudad panameña de Colón, por un desconocido que le disparó en la espalda.
Colombia es otro país con altos índices de violencia entre barras bravas. En 2013, el diario El Tiempo reveló que por la barbarie en este deporte moría una persona cada 22 días.
El 2 de julio de 1994, el defensor Andrés Escobar murió a tiros, 10 días después del partido en el que marcó un autogol en el Mundial de aquel año en Estados Unidos frente a la anfitriona tras el que Colombia quedó eliminada al perder 2-1.
Escobar fue tiroteado por hombres vinculados con el narcotráfico en el estacionamiento de una discoteca en Medellín. “Gracias por el autogol”, le dijeron los homicidas antes de dispararle.
El último hecho de violencia en Colombia fue el 2 de abril en Barrancabermeja, en un partido entre Alianza Petrolera y Millonarios. Por mediar en una pelea entre hinchas, Carlos Virviescas recibió una puñalada y falleció.
De poco han servido en América las campañas de socialización y las medidas de seguridad importadas de Gran Bretaña a raíz de su éxito en la erradicación de los hooligans.
La violencia campea en una sociedad en la que aún se imponen la ley del más fuerte y una cultura mafiosa, en la que exsicarios y exconvictos llegan a convertirse en héroes de telenovela.
Argentina
Tras la muerte 316 en el fútbol, de Emmanuel Balbo, mucha gente en Argentina se movilizó por las calles en busca de justicia.
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