La mañana de este martes en el Complejo Pompilio no tuvo grandes atractivos. Los jugadores de Boca que vencieron el domingo a Temperley (1-0) se entrenan liviano, mientras que en el campo trabajan aquellos apellidos que no tienen oportunidades en el once titular...
Pero allá, a lo lejos, alguien camina por detrás de la acción y se retira al vestuario con los botines en la mano, una imagen que les saca una gran sonrisa a los Mellizos Barros Schelotto. Porque el protagonista es Fernando Gago, que por primera vez desde su grave lesión trabajó con la pelota y empieza a preparar su retorno.
Es cierto que Boca permanece en la cima y hasta se aleja de sus perseguidores (ahora está a 7 unidades de Talleres), pero también lo son las malas producciones del equipo en el último tiempo, especialmente desde que perdió primero al volante, luego a Darío Benedetto y recientemente a Pablo Pérez. El técnico xeneize admitió el último fin de semana que extraña a los tres. Por eso, el avance que mostró el capitán es un importante guiño para el cuerpo técnico.
La cuestión es que sus movimientos fueron muy livianos y sin excederse en los tiempos, según pudo averiguar LA NACION, muestra clara de que nadie tiene la intención de acelerar nada. Si bien el futbolista de 31 años tiene como objetivo llegar a la Supercopa ante River del 14 de marzo, con la idea de ser observado cuanto antes por Jorge Sampaoli, pensando en el Mundial de Rusia, el cuerpo técnico y médico no quiere poner en riesgo su fisico y prefieren ir despacio. “A Gago lo vamos a anotar en la lista de la Copa Libertadores porque a mediados de abril ya debería estar jugando”, detalló el entrenador boquense el domingo.
El reencuentro con la pelota se produce después de un poco más de cuatro meses desde que sufrió la terrible lesión. El 5 de octubre del año pasado, el técnico de la selección argentina lo introdujo en el complemento del 0-0 frente a Perú, en la Bombonera. Gago se había recuperado de la segunda rotura del tendón de Aquiles y había vuelto de la mejor manera, siendo el director de orquesta del fútbol de alto vuelo que Boca supo mostrar a fines de 2016 y, sobre todo, en las primeras fechas de la Superliga, lo que le valió la citación. Pero aquel sueño de defender la camiseta de su país duró tan solo tres minutos, cuando padeció la ruptura de los ligamentos cruzado anterior y lateral interno de la rodilla derecha, lesión que en abril cumpliría el plazo mínimo de sanación.
Guillermo ya empieza a contar los días, ansioso de volver a tener en cuenta a quién se asienta como uno de los jugadores más importantes de su plantel, cuando está presente pero también cuando se ausenta. Porque Boca lo extraña. El Mellizo preparará el partido contra Banfield (domingo a las 21.30) y los posteriores con el objetivo claro: hay que buscar resultados y ese juego que se hizo esquivo en el último tiempo. ¿O necesitará Boca recuperar la calidad del N°5 para volver a brillar?
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