domingo, 27 de marzo de 2011

Lanús 4 - Racing Club 1

Ese mediocampo que en varios partidos le había sido más que confiable a Miguel Angel Russo, ayer no apareció en el Sur. No fue ese bloque compacto y punzante que doblegó a San Lorenzo, a Olimpo y a Colón. Ayer, como nunca antes en este Clausura, Racing la pasó mal . Desde el panorama de Diego Valeri, pasando por la entrega de Mauro Camoranesi y la organización de Agustín Pelletieri, Lanús borró de la cancha a Toranzo, Yacob y compañía. Así, el equipo de Schurrer construyó una victoria importantísima ante un equipo que al inicio de la tarde, en caso de quedarse con los tres puntos, podía alcanzar a Estudiantes en lo más alto del torneo y que, además, había ganado todos los partidos que había jugado como visitante. El que respira aliviado es Lanús, un conjunto que en los últimos años no estuvo acostumbrado a coquetear con la derrota, pero que sumaba tres partidos sin ganar y necesitaba una victoria para volver a creer.

El comienzo del partido no hacía prever un resultado tan abultado entre un equipo y otro. Porque tanto Lanús como Racing apostaron a jugar con la pelota al piso como premisa, dejando de lado los pelotazos. Eso sí: si bien la idea de cada uno era parecida, la forma en la que la efectuaban era diferente. El local era más impulsivo y vertical, aprovechando la precisión y los pases entrelíneas de Valeri en el armado de la jugada y, también, los errores de la defensa improvisada de Miguel Angel Russo. Del otro lado, Racing era más paciente y horizontal, con un Patricio Toranzo organizador pero que le costaba ser conductor. En medio de este ida y vuelta entre uno y otro, Toranzo -que en esos 45 minutos parecía tener un imán para la pelota en su botín derecho-, cambió un tiro libre por gol. El primer tiempo se fue con Racing arriba en el marcador, pero más allá de esto se notaba que la última línea del visitante era frágil y que en cualquier momento podía romperse.

Todo esto, finalmente, pasó en la segunda parte, en una catarata de errores de Racing . Primero en el gol del empate, cuando Aveldaño calculó mal un pelotazo de Camoranesi. Luego, en el de Carranza (su ingreso le cambió la cara al ataque de Lanús), cuando De Olivera despejó mal. Y en el tercer tanto, el propio Aveldaño y Cahais miraron como Izquierdoz cabeceaba sólo frente al estático arquero, con Leandro Díaz detrás, en caso de que el defensor fallara.

Racing no pareció el Racing de las primeras fechas. Y Lanús tampoco fue el Lanús del inicio del torneo. Para los de Russo fue la peor cara de un equipo que ayer tuvo buena intención para tratar a la pelota, pero que fracasó en la ejecución . Y para los de Schurrer fue, tal vez, reencontrarse con su estilo que lo llevó a ser envidia de muchos.

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